VALOR CULTURAL

El valor de Altos de Cantillana y sus alrededores fue descubierto hace cientos de años, mucho antes que los primeros españoles pisaran América. No es difícil imaginar que las bondades del territorio ya eran aprovechadas por los primeros ocupantes del lugar.
Aunque existen pocos estudios que hayan profundizado sobre el patrimonio arqueológico de este territorio, es habitual encontrar en los valles aledaños restos de cerámicas, puntas de flechas o piedras horadadas. Sin ir más lejos en el subconsciente colectivo aún se utilizan un sin número de palabras mapuches o incaicas para nombrar sectores, plantas o referirse a distintos instrumentos.
Existen referencias de que en 1585 en el sector de la Laguna de Aculeo se estableció una de las primeras doctrinas de indios. Estas doctrinas acostumbraban a llegar a los territorios cambiando los nombres de los habitantes originarios e imponiendo la cultura española, probablemente esta fue una de las principales razones por la que hoy existe poco reconocimiento de los lugareños sobre la ocupación mapuche en el sector.
Los vestigios de cerámicas indican que hubo ocupación al menos de 3 culturas prehispánicas, la cultura Llolleo, que corresponde a la más antigua, la cultura mapuche y la cultura inca, estas dos últimas presentes a la llegada de los primeros colonos extranjeros.
Con la ocupación española del territorio se formaron numerosas y extensas haciendas alrededor del cordón, esto definió una vocación fuertemente agrícola y ganadera, con algunos enclaves de pequeña minería, oficios que marcan la cultura y tradiciones de los habitantes hasta el día de hoy.
En la actualidad uno de los desafíos más grandes es hacer compatible los usos históricos del lugar con la conservación. Hace algunos años atrás la forma de vida se sustentaba en la ganadería y en la obtención de productos del bosque como leña, carbón y tierra de hoja, la actual crisis ambiental ha hecho redefinir la forma de relacionarse con el ambiente e ir buscando alternativas de manejo que permitan un equilibrio entre lo que se quiere proteger y las actividades del lugar.